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Sectores eminentemente femeninos como la educación, la sanidad y los servicios sociales presentan una tasa de paro inferior a otros copados por hombres como la construcción

Sectores eminentemente femeninos como la educación, la sanidad y los servicios sociales presentan una tasa de paro inferior a otros copados por hombres como la construcción

Las mujeres están soportando mejor que los hombres la crisis económica y del mercado laboral, pese a que sus empleos son más frágiles y sus contratos más efímeros, según un estudio realizado esta semana por Randstad.
La compañía de recursos humanos dibuja un panorama laboral muy distinto al de hace un año, con muchas féminas que han decidido retornar o ingresar en el mercado de trabajo para traer ingresos a la familia ante el despido de sus parejas.
La crisis incidió en primer lugar en sectores económicos muy masculinizados (construcción e industria) y, aunque actualmente, las posibilidades de que hombres y mujeres pierdan su empleo están muy igualadas, hay sectores eminentemente femeninos, como la educación, la sanidad o los servicios sociales, que han resistido mejor a la depresión económica.
La escalada del desempleo ha afectado a ambos sexos, pero no con la misma intensidad. Las mujeres han sufrido tasas de paro tradicionalmente más elevadas que las de sus colegas varones, aunque la crisis ha hecho que las diferencias entre ambos se recorten e incluso, en algún momento, el paro masculino ha llegado a superar al femenino.
No obstante, esta tendencia a vuelto a cambiar por el Plan E del Gobierno y a la inyección de ayudas a los Ayuntamientos, ya que estas medidas han generado principalmente empleo masculino. De esta forma, mientras que la tasa de paro de los varones alcanza actualmente el 18,64%, la del sector femenino supera el 19% (19,07%).
Por grupos de edad, la actual situación económica ha dado lugar a importantes diferencias entre sexos. Así, entre los jóvenes, el paro femenino es muy superior al masculino, en tanto que entre los mayores de 55 años hay menos desempleo en las mujeres que están en situación de trabajar.
Otro aspecto diferencial entre ambos sexos, es que, pese a la crisis, la incorporación de las féminas al mercado laboral no ha sufrido un frenazo, tendencia que sí se ha dejado notar en los varones y que, entre otras razones, se debe al llamado efecto desánimo. En consecuencia, la tasa de actividad de las mujeres ha ido repuntando paulatinamente hasta alcanzar el 51,7%, mientras que la masculina ha retrocedido y se halla en niveles superiores al 68%.
En el último año, 104.100 mujeres se han incorporado al mercado laboral, frente a un descenso de los activos varones de 196.300 personas, hecho que Randstad atribuye al ingreso en el mercado de trabajo de chicas jóvenes y de amas de casa que intentan apoyar las economías de sus familias.
La crisis ha hecho, además, que las empresas no solo no contraten a más trabajadores, sino que han recurrido en muchas ocasiones a emplearlos a tiempo parcial, lo que ha beneficiado más a las mujeres que a los hombres.
El hecho de que las jornadas a tiempo parcial estén muy feminizado (una de cada cuatro empleadas no trabaja a tiempo completo, frente a uno de cada 20 hombres) es una de las razones que explican la diferencia salarial entre ambos sexos. Pese a estar mejor formadas que los varones, las féminas suelen acceder a menos puestos de responsabilidad, y a peores empleos y salarios.
No obstante, la nueva dicotomía ya no se halla en tener que elegir entre trabajo y familia, sino entre proyección profesional a largo plazo y maternidad.
Según la consultora Randstad, esta elección es la que determina en muchos casos que las mujeres «se estanquen» laboralmente y prefieran conciliar el trabajo y la familia que dedicarse a desarrollar un futuro profesional dirigido a obtener un cargo de mayor responsabilidad en sus correspondientes empresas.  

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